Vivir con TLP.
Llevo conviviendo con esta denominación, que suena como un segundo apellido cuando me presento muchas veces con algunas personas, ya no se ni cuantos años. Pero definitivamente, mas de la mitad de mi vida. A veces ya ni me acuerdo de que esta aquí conmigo. Hemos aprendido, mas o menos, a llevarnos bien. O lo intentamos, la mayor parte del tiempo …
No mentiré cuando digo que preferiría ser Helena, a secas.
Me ha llevado muchísimo tiempo, comprender, y cuando digo comprender, me refiero a no asociar toda mi vida, mi personalidad, quien soy y todo lo que represento, a esta etiqueta que me persigue. Lo que nadie ve, lo que la gente no entiende, lo que siempre tienes que oírte cuando dices que sufres una enfermedad de salud mental: «pero si yo te veo bien». Hace poco vi una película que trataba el tema con mucho tacto y sinceridad, y decía una frase que se quedara conmigo para siempre, y es que «lo peor de tener una enfermedad de salud mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras», y tiene toda la razón.
También puedes explicarlo de esta manera, como en la peli: hay muchas enfermedades que hacen que te mueras; con la depresión, la que quiere morirse, eres tu.
Y así es. Yo hay muchos días, que si pudiera cerrar los ojos y dejar de sentir el dolor y el vacío que siento, lo daría todo, absolutamente todo por dejar de sentirlo. Es un sentimiento horrible. Hay días que hay voces, hay días que tu eres la voz, pidiendo por favor que acabe todo.
Y cuando intento explicarlo y alguien me dice » lo que tienes que hacer es animarte», yo les contesto, dile a un cojo que lo que tiene que hacer es tener fe que le crecerá la pierna.
Hay malos y hay buenos días. Hay épocas en los que los malos días son muchos y hay que pasarlo y cuando pasa, alegrarte que haya alguien contigo para darte la mano y ayudarte a levantarte del suelo. Que hablar ayuda? Claro, pero nunca nadie te entiende si no ha estado donde tu estas.
A mi me ayuda hablar en alto. Contarle al aire mis penas, con la esperanza de que si me deshago de ellas, serán un peso menos en mi espalda, pero no, no encuentro que hablar ayude, porque no creo que nadie lo entienda. Porque cada demonio es diferente. Y cada persona tiene el suyo propio.
Helena A.